La incorporación de la tecnología propició, a principios del siglo XX, una producción masiva, que contribuía a acercar al cliente todo tipo de artículos a un precio altamente competitivo. En esta coyuntura, que animaba al consumo, se comenzaron a descuidar aspectos tan preponderantes como la atención al cliente; si bien, sí se favorecía de cara a la venta de productos exclusivos.
Esto hubo de cambiar, puesto que, junto a la progresiva mejora de los sistemas de producción, fue evolucionando también el tipo de cliente, que cada vez es más exigente, al disponer de mayor información y al tener a su alcance una oferta cada vez más amplia de productos. Al incremento del abanico de opciones contribuyó notablemente la globalización, que ofreció a las empresas la posibilidad de acceder a mercados hasta entonces impensables y que, como contrapartida, conllevó la incorporación de competidores a aquellos ámbitos de influencia en los que, durante décadas, imperaron monopolios u oligopolios.
Las posibilidades de elección por parte del cliente obligan a las organizaciones del siglo XXI a competir no solamente en cuanto a calidad y precio, sino también en atención al cliente, herramienta determinante a la hora de lograr el compromiso del mismo con una empresa o marca.
Invertir en la fidelización es especialmente importante si tenemos en cuenta un dato: hoy en día se calcula que conseguir un nuevo cliente cuesta cinco veces más que sentar las bases para mantener a un cliente usual. Por tanto, es imprescindible trabajar en optimizar la gestión de la relación comercial que con él se establezca. En este sentido, es vital conocer su opinión y sus posibles quejas con respecto a la empresa y a los servicios que ofrece. Únicamente de este modo será factible resolverlas con celeridad y mejorar tanto productos como servicios.
El concepto de satisfacción del cliente parece haberse convertido, por tanto, en el Santo Grial del primer siglo del nuevo milenio y como tal se muestra difícil, accesible únicamente para quienes apuestan decididamente por dotar al capital humano de su empresa de las herramientas necesarias convertirse en agente activo de la estrategia de gestión que se impulse para alcanzarla.
Partiendo de un enfoque innovador, a lo largo de este curso se abordan:
No hay que olvidar tampoco que muchas veces la voz que atiende las quejas o reclamaciones o que da respuesta a simples consultas es el único contacto directo que tiene el cliente con la empresa. Por ello, ya sea presencial o telefónicamente, o incluso utilizando medios digitales, es importante que cuente con aquellos instrumentos que le permitan resolver una queja con celeridad y "a la primera", de cara a garantizar la satisfacción del cliente y lograr, así, su fidelización.
Este curso permitirá al alumno desarrollar habilidades imprescindibles para:
A través de este curso, el alumno aprenderá a:
Este curso está especialmente pensado para profesionales del área de Secretariado y para recepcionistas y telefonistas, supervisores y teleoperadores de centros de atención al cliente y CRM.