La evolución de la moda ha sido constante a lo largo de los siglos y, con ella, los gustos estéticos de la ciudadanía que llevaban a la búsqueda de una determinada figura o a encumbrar como hermosas características que, hoy en día, nos pudiera parecer que corresponden a alguien poco agraciado o carente de elegancia. Así, por ejemplo, mientras que griegos y romanos consideraban que la uniceja era un símbolo de belleza, en el medievo las cejas se depilaban prácticamente por completo, a fin de que la frente adquiriese todo el protagonismo; y en la actualidad, aunque se perfilan, se busca que su aspecto sea natural. Por tanto, cualquier aseveración con respecto a las modas está constantemente en cuestionamiento, tal y como sabía bien, la agencia The Society Management cuando, en 2014, olvidó la apuesta por un perfilado que emulase lo natural y optó por contratar a Molly Bair, una joven que en las revistas especializadas se describe como de rasgos afilados, orejas de soplillo y boca de piñón, y que pasó la mayor parte de su infancia siendo uniceja. Así, la belleza atípica de la modelo cuyo rostro muchos definían como "alienígena" pasó a ser una de las más reclamadas por firmas tan sofisticadas y cotizadas como Chanel, Prada o Loewe.
También parecía cosa del pasado la apuesta por la voluptuosidad. De hecho, la estética pin up cuyo esplendor se inició en la década de los cuarenta (siglo XX), fue progresivamente dando paso a una mujer andrógina; y, tras el reinado de las top models más representativas de los noventa, entre las que sobresalían nombres tan conocidos como Cindy Crawford, Claudia Schiffer, Elle Macpherson, Linda Evangelista o Naomi Campbell, llegó la apuesta por tallas imposibles, en las que las mujeres perdían sus formas. Uno de los iconos de esta tendencia fue, sin lugar a dudas, Kate Moss, quien siempre defendió su físico hasta el punto de que llegó a ser acusada de fomentar la anorexia.
Frente a esta apuesta por la extrema delgadez, que incluso ponía en peligro la salud de las modelos, aparecía con fuerza el fenómeno curvy, que, comandado por actrices, cantantes y modelos tan conocidas como Scarlett Johansson, Jennifer López, Katy Perry o Gisele Bündchen, cuestionaba el hecho de que una talla 40 o 42 pudiese ser considerado como "grande". Es más, en los últimos años se ha reinventado el fenómeno pin-up que, si bien con una apariencia menos ingenua que la de sus predecesoras, se inspira en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, añadiendo nuevas claves de estilo.
El siglo XXI es un crisol en el que tienen cabida todo tipo de tendencias y propuestas. De ahí que incluso los grandes diseñadores, acostumbrados a marcar las modas, hayan apostado por convertir la calle en su fuente de inspiración y por tomar ideas de ella a fin de dar un toque de frescura a sus propuestas. Para ello, cuentan con la ayuda de los cada vez más necesarios cazatendencias o coolhunters; esto es, profesionales que predicen los cambios o las novedades en la moda y en el consumo a partir de una concienzuda búsqueda de información y del análisis de distintos estereotipos que conforman la sociedad.
Esta figura surgió a principios de los noventa (siglo XX), cuando la moda empezaba a experimentar una serie de cambios relativos a la evolución de los estilos, a la ampliación de la oferta y, en general, al ritmo de vida, que estaba siendo objeto de una fuerte aceleración, ligada al constante cambio y evolución.
En aquel entonces, además, comenzaron a proliferar marcas que cambiaron la forma de producir y crearon la pronto moda o colección continua. Surgido en EEUU, este nuevo sistema hace referencia a una forma de entender el negocio, que implica sacar, en periodos muy cortos de tiempo, nuevos productos a la calle. De este modo, siempre se está confeccionando y siempre se está vendiendo, puesto que la moda es pasajera. Con este trabajo continuo, se aspiraba a dar respuesta a la necesidad de los consumidores de estar siempre a la última; y esto exigía descubrir con la mayor celeridad posible los nuevos estilos en boga. Así, este sector comenzó a contar cada vez más con personas capaces de detectar qué era lo que iba a gustar en un corto plazo y cuáles iban a ser las demandas futuras de los consumidores.
El entorno actual al que se enfrentan las empresas es, por tanto, cada vez más complejo, dinámico e impredecible. Por eso, necesitan la figura de un profesional capaz de anticipar hacia dónde evoluciona el mercado y sus tendencias. Y, de este modo, hallar oportunidades de negocio e incluso anticiparse a posibles amenazas que se avecinen.
Este Curso de Coolhunting. Cazador de tendencias aportará al alumno los conocimientos necesarios para que puedan trabajar como coolhunters profesionales, dotándoles para ello de las herramientas precisas y mostrándoles la metodología adecuada para lograr sus objetivos.
Al finalizar este Curso de Coolhunting. Cazador de tendencias, el alumno será capaz de:
El contenido de este curso está dirigido a todas aquellas personas que quieran iniciar una carrera profesional en el sector de la moda como cazadores de tendencias.