El ser humano genera cotidianamente todo tipo de despojos, desde desperdicios orgánicos hasta enseres desechados, que tras completar su vida útil han pasado a ser inservibles, lo que hace imprescindible su gestión. La alternativa del almacenaje, al margen del enorme espacio que precisa, puede llegar a producir filtraciones de metales pesados, lo que dañaría las propiedades del suelo sobre el que se asienta el vertedero y podría llegar a afectar incluso a aguas superficiales o a balsas subterráneas. Pero, además, esta opción, al igual que la de proceder a la incineración de los residuos implicará también la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Es por ello que las actuales políticas en materia medioambiental apuntan la necesidad de impulsar la prevención en la generación de basuras, escombros y cualquier otro tipo de restos sólidos; y esta, tal y como apuntaba el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente al concebir el Programa Estatal de Prevención de Residuos, ha de ser entendida como el "conjunto de actuaciones adoptadas en las etapas de concepción y diseño, de producción, de distribución y de consumo para evitar la generación de residuos, disminuir el contenido de sustancias nocivas de peligrosidad o minimizar los impactos sobre la salud humana y el medio ambiente de los residuos generados".
Es por ello que resulta imprescindible el compromiso empresarial, al objeto de favorecer, a través de él, una mejor gestión de los recursos mediante la que se contribuya a reducir los desperdicios, a reutilizar aquellos útiles que aún puedan tener alguna función y a reciclar todo producto que, debido a su fácil descomposición, pueda ser empleado nuevamente como materia prima.
Para ello, las organizaciones, independientemente de su tipología y envergadura, precisan incorporar a sus equipos personal especializado en materia medioambiental o al menos solicitar el asesoramiento de expertos en prevenir la contaminación por residuos peligrosos y no peligrosos, a fin de propiciar una reducción de su impacto sobre el entorno y de contribuir, con ello, al desarrollo sostenible. No en vano, aceptar el desafío de trabajar conforme a políticas encaminadas a garantizar la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que implica la mejora social, económica y ambiental a partir de las acciones promovidas por las empresas, repercutirá positivamente sobre la organización, que, de este modo, partirá de una situación ventajosa con respecto a su competencia e incrementará su valor añadido.
Propiciar la prevención, que constituye además la principal herramienta para evitar posibles sanciones derivadas de procesos contaminantes, exige diseñar instalaciones y protocolos adecuados a este propósito; de ahí la necesidad de contar con una formación exhaustiva en ingeniería medioambiental.
A lo largo de este curso, en el que se abordan de un modo eminentemente práctico las implicaciones técnicas y legales de la generación de residuos, el alumno descubrirá cómo optimizar los procesos a fin de anticiparse a los requerimientos normativos más exigentes. Y, además, tendrá a su disposición un módulo didáctico en el que se aborda la gestión de la Autorización Ambiental Integrada (AAI), dado que precisará conocer cómo lograrla si, entre sus cometidos, está el de realizar las tramitaciones pertinentes para la puesta en marcha de industrias contaminantes.
Los contenidos de este curso están adaptados a la nueva “Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular"
Al finalizar su formación, el alumno estará altamente familiarizado con los conceptos técnicos aparejados a la generación de residuos y conocerá:
El contenido de este curso satisface las necesidades formativas de toda persona que deba responsabilizarse de la tramitación o solicitud de expedientes de apertura de industrias potencialmente contaminantes.