Si bien es cierto que, durante décadas, muchos directivos lamentaban los costes que se derivaban del mantenimiento industrial, lo cierto es que hoy en día se considera crucial para evitar otros aún mayores: los derivados de aquellas averías que, mediante un riguroso análisis y evaluación del estado de instalaciones, maquinarias y útiles, se podrían haber evitado o, cuando menos, minimizado. A este cambio de mentalidad contribuyó la popularización de un sistema de producción que llevaba décadas demostrando su efectividad en Japón; concretamente, en la factoría Toyota, en la que a mediados del siglo XX se ideó una nueva forma de producir, que abastecía al mercado a demanda. Para ello, los nipones debieron reducir sustancialmente los costes de producción; y esto les exigió favorecer, entre otras cuestiones, la optimización de los tiempos y la reducción del despilfarro, algo para lo que era imprescindible sistematizar el análisis y el control de todos aquellos factores que podrían contribuir a evitar, o al menos a prevenir, fallos catastróficos en sus plantas.
Esta apuesta por un mantenimiento preventivo contribuía, además, a evitar los cuellos de botella y a llegar al mercado justo a tiempo, por lo que los nipones no solamente avanzaban hacia la ansiada calidad total de su oferta, sino que estaban logrando una mayor rentabilidad de sus fábricas, lo que los convertía en una seria amenaza. Sus competidores, por tanto, precisaban replantearse su estrategia y definir nuevos mecanismos que les permitiesen atender a las necesidades cambiantes de un mercado cada vez más exigente e informado sin que ello redundase negativamente sobre sus beneficios. Así, a mediados de los ochenta del pasado siglo XX, la apuesta por el mantenimiento se acrecentó y amplió: ya no se limitaba a ser correctivo, sino que buscaba ser predictivo y preventivo.
Invertir en el diagnóstico, la reparación y la mejora, y en trazar planes que garanticen una adecuada conservación de instalaciones y maquinaria industrial, mejoró los resultados económicos de las empresas; y también propició la mejora de la seguridad para las mismas y para cuantos operan en ellas. Resultaba indudable, por tanto, el beneficio que la apuesta por el mantenimiento reportaba a la cualquier ámbito de la actividad fabril. De ahí, precisamente, la necesidad de contar con personal altamente cualificado, capaz de determinar qué aspectos controlar, de definir los planes de mantenimiento a acometer, de implementar las acciones y medidas a desarrollar, y de confirmar que el estado de instalaciones y maquinaria es el adecuado.
A través de este Curso de Técnico en Mantenimiento Industrial Avanzado, el alumnado adquirirá los conocimientos necesarios para asumir dichas funciones, teniendo en cuenta, al hacerlo, todas las particularidades que recoge la normativa vigente.
El objetivo general del Curso de Técnico en Mantenimiento Industrial Avanzado es proporcionar al alumnado los conocimientos necesarios para que pueda responsabilizarse del mantenimiento industrial de cualquier planta, puesto que se familiarizará con los distintos sistemas existentes y con las técnicas a aplicar para propiciar que útiles, maquinaria e instalaciones estén en un óptimo estado de conservación.
El contenido didáctico de este curso aporta a los responsables de mantenimiento en el sector industrial los conocimientos necesarios para planificar, acometer y verificar el correcto mantenimiento de todo tipo de maquinaria e instalaciones; por lo que es adecuado para ingenieros industriales, ingenieros técnicos industriales y maestros industirales; y para cuantos hayan de ocuparse de dirigir el mantenimiento.