El estrés en el ámbito laboral es un fenómeno muy frecuente, que puede estar ligado a múltiples desencadenantes, entre ellos, las condiciones de trabajo o de organización. Y, si bien puede tener repercusiones positivas (el eutrés o estrés positivo permite a la persona que lo experimenta sentirse vital y enérgica y, por tanto, capaz de enfrentarse a las situaciones y retos que se le plantean), lo cierto es que usualmente puede incidir negativamente sobre la salud de la persona que lo padece (en este caso, se trataría de distrés).
Así, aunque es necesaria una cierta cantidad de estrés, ya que ayudará al individuo a estar alerta y a ejercer correctamente sus funciones, el estrés es entendido normalmente como una patología que se presenta ligada a situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o incluso trastornos psicológicos en el sujeto que lo sufre y que, en ocasiones, pueden derivar en consecuencias graves.
Los grandes y rápidos cambios que definen la actual coyuntura económica y social espolean su incidencia y es por ello que, hoy en día, esta patología va en aumento. No en vano, para poder hacer frente a la rapidísima evolución que caracteriza al ámbito empresarial, los trabajadores han de estar continuamente alerta, a fin de actualizar constantemente sus conocimientos y de poder, de este modo, hacer frente a cuanto sucede en su entorno laboral y que se puede traducir tanto en progresos ligados a las mejoras tecnológicas como en novedades vinculadas a la propia filosofía del trabajo.
Es por ello que el manejo del estrés y del tiempo es una de las habilidades administrativas más cruciales dentro del repertorio que ha de definir a un directivo competente, sobre el que el estrés puede producir efectos devastadores, no solo para su persona, sino también para su equipo.
Las consecuencias personales pueden ir desde ansiedad y depresión hasta desórdenes estomacales, baja resistencia a las enfermedades y patologías o insuficiencias de tipo coronario, lo que derivará en una creciente falta de concentración y en la consecuente pérdida del rendimiento. Y esto se traducirá, además, en ausentismo y en insatisfacción laboral, algo que incidirá negativamente sobre las organizaciones y, más concretamente, sobre sus resultados económicas. Es más, el estrés podrá derivar incluso en altas tasas de accidentes y rotación, con las consiguientes pérdidas ligadas a ambos aspectos.
No obstante, pese a sus indudables repercusiones sobre la empresa, el manejo del distrés no constituye aún una cuestión a la que se preste la atención debida. Por tanto, para paliar esta situación, a través de este curso se busca mejorar la formación de los profesionales en cuanto al manejo del estrés. Así, medida que se avance en el temario, se irá analizando la importancia del entorno de trabajo, las diferencias individuales y los procesos de valoración, puesto que conocer estas cuestiones resulta imprescindible para determinar y entender cómo se produce y cómo funciona el estrés. También se estudiarán los posibles desencadenantes o factores de riesgo y las principales consecuencias del distrés, tanto sobre el individuo como sobre la organización para la que la persona afectada trabaje. Y, a mayores, se expondrán aquellas técnicas psicológicas que han resultado ser más eficaces para canalizarlo y que, por tanto, habrán de ser incluidas en los programas de intervención en manejo del estrés, dados sus indudables beneficios terapéuticos.
Al finalizar este curso, el alumno conocerá:
Este curso está especialmente dirigido a responsables del área de Recursos Humanos y a jefes de equipo, puesto que serán los primeros en detectar los síntomas de estrés en el personal bajo su supervisión.