La filosofía de empresa ha evolucionado sustancialmente a medida que avanzaba el siglo XX, por lo que se ha pasado de una producción masiva y en cadena (siguiendo, para ello, los modelos taylorista y fordista), a un nueva corriente a partir de la que se aspiraba a adecuar la producción a la demanda (tomando como referente el modelo impulsado por Toyota). En todo caso, este salto, resultaba inviable si, para hacerlo posible, no se apostaba por minimizar los errores (propugnando para ello el establecimiento de medidas encaminadas a la obtención de productos con cero defectos); por ajustar al máximo los tiempos y los recursos destinados a cada proceso; y por reducir en la medida de lo posible los periodos improductivos derivados, por ejemplo, de aquellas averías evitables mediante un mantenimiento y unos controles adecuados, o de cuellos de botella (que son aquellos se generan cuando el suministro de materiales o de productos semiterminados a una fase del ciclo de fabricación supera la capacidad de respuesta en la misma o es insuficiente).
La imagen tradicional de la empresa, como "instrumento para obtener beneficios", se ha modificado en torno a estas nuevas tendencias que, asumidas total o parcialmente, tienen como propósito común el progreso hacia la mejora continua. Atendiendo a ello, el empresario actual es aquella persona que dispone de unos medios humanos, materiales y financieros y que ha de usarlos de una manera conveniente para alcanzar unos determinados objetivos:
Para cumplir estos fines, la empresa debe desarrollar actividades muy variadas, que se agrupan en funciones, entre las que destaca la técnica; esto es, aquella a partir de la que se generan las ideas acerca de los productos a desarrollar y, además, se fabrican, cumpliendo con el objetivo principal de la empresa: mejorar los sistemas productivos.
La productividad se define, a su vez, como la medida que permite valorar el rendimiento alcanzado a partir de aquellas reformas que han sido introducidas en los distintos procesos y en los factores de los que depende. De ahí que sea preciso identificar también dichos factores y conocer sus características y, a partir de ahí, determinar los elementos necesarios para calcular la productividad. De lo contrario, no será factible idear estrategias que contribuyan de una manera efectiva a una optimización de los tiempos, recursos y métodos empleados en cada proceso.
A través de este curso, los alumnos se acercarán a los distintos conceptos ligados a los métodos de trabajo, que están orientados a favorecer la optimización y el control de los sistemas productivos, y que permiten implementar una sistemática de mejora continua en la empresa. De hecho, mediante un completo material didáctico, se pretende capacitar a los técnicos para que realicen con solvencia estudios de los métodos y tiempos de trabajo y generen planes estratégicos de recursos y tiempos atendiendo, para ello, a los objetivos concretos de la empresa.
Al finalizar este curso, el alumno habrá descubierto técnicas y herramientas adecuadas para ajustar los tiempos de producción y sabrá cómo:
Este curso ha sido diseñado específicamente para satisfacer las necesidades formativas de profesionales que desempeñan tareas de responsabilidad en el área de producción en pequeñas y medianas empresas.